CRIM UNAM / Daniela Chirino
La gestión de residuos sólidos, en el contexto del COVID-19, presenta dos dificultades, la primera se debe al confinamiento domiciliario de pacientes contagiados y la alta transmisibilidad del virus que ha ocasionado el uso de cubrebocas y guantes para minimizar el contagio. Estos objetos terminan en la basura y causan incertidumbre en los trabajadores de limpia quienes han exigido equipo de protección que garantice su seguridad.
La doctora Nancy Jiménez Martínez, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM, refirió que la segunda dificultad es el manejo de los residuos biológicos, hospitalarios y sólidos urbanos (generados en casa). “Hemos observado cómo los recolectores hacen un llamado a la ciudadanía para que rocíen con alcohol o cloro los desechos para evitar el contagio”.
Ante la crisis sanitaria, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) elaboró la Cartilla para Mejores Prácticas para la Prevención del COVID-19 en el Manejo de Residuos Sólidos Urbanos. “Una iniciativa para que los gobiernos municipales y estatales tengan nuevas herramientas para capacitar de manera rápida, y esperemos que efectiva, al personal que trabaja en este sector y que le diga paso a paso una serie de medidas”.
Jiménez Martínez señaló que debido a la contingencia sanitaria hay un paro temporal de las actividades de reciclaje y separación, lo que ha provocado que todos los residuos terminen en los vertederos o sean incinerados. De acuerdo con la investigadora, dicha práctica representa un retroceso en la lucha contra los plásticos que ha desalentado el uso de vasos, bolsas reutilizables, y al mismo tiempo, ha incrementado el consumo de agua embotellada, cubrebocas, mascarillas, guantes desechables y toallitas desinfectantes.